viernes, 27 de mayo de 2011

Las Ciudades Orgánicas I

Concurso aparador Dockers 21-feb-2001


No hay ciudad más libre y tensa que Tisha.
De primer vistazo uno percibe la ondulante línea de horizonte que parece acomodarse los músculos mientras uno se acerca. El recuerdo de quien la ha vivido sin quedarse es el de los quinientos mil diamantes que son extruidos y rebanados cadenciosamente entre el parpadeo de los anuncios y el subir y bajar de las azoteas.
Si su majestad permaneciese tres días seguidos mirando al mismo edificio vería el subir y bajar de las esquinas que lo limitan, y no sólo las esquinas de ese edificio... si se mira una calle entera debe advertirse la acompasada ola de construcción y destrucción de los edificios que entonces parecerá contagiosa. La cadena de eventos arquitectónicos comienza en cualquier esquina, por cualquier motivo, por cualquier habitante de Tisha... y desde el primer ladrillo la ciudad no ha terminado de construirse... ni de destruirse. Los habitantes de tal ciudad parecen ocupados más de la observancia y mimesis con la construcción del edificio vecino que de las necesidades del propio. A diestra y siniestra han convertido fachadas enteras en espectaculares símbolos que a veces parecen ser la humanización de los edificios, dialogando entre sí, observándose y mirando luego a un lado, luego al otro.

Eso es lo que parecería.

La realidad de los habitantes es más tensa de lo que parece, ya que viven voluntariamente presos de un reglamento de construcciones que nadie sabe quién escribió, para qué o en qué condiciones... es más , ni siquiera lo han leído. Sólo entienden que su ciudad vive en un delicado equilibrio volumétrico dado por la continuidad en las líneas que envuelven a los edificios. La única forma de entender la ciudad es respetando la tensión superficial que se ha generado en esta ciudad líquida, que la hace transformarse de la misma forma que un organismo vivo lo hiciese... con movimientos bajo el pelo... bajo la piel.

Las únicas reglas evidentes para quien construye – o destruye en Tisha son:

1. Todo edificio construído en la ciudad debe ser libre en su planta baja para asegurar el flujo de los transeúntes, los animales y las máquinas.

2. Todas las esquinas de un crucero deben tener la misma altura

3. Todo propietario debe hacer buen uso de su edificio y mantenerlo funcionando en perfectas condiciones. Queda en absoluta libertad de construir o demoler cualquier parte de su edificio que así considere

4. Queda prohibido sobrepasar los límites del propio terreno a cualquier nivel

5. Quedan prohibidos los anuncios y objetos que incumplan la anterior regla.

Cuando uno se convierte en propietario de un edificio de Tisha se ve obligado a mantener un edificio que no es suyo totalmente... por lo que ha de rentar las fachadas para anuncios comerciales que vuelvan al edificio auto - sustentable. El propietario no tendrá inconveniente en elevar los niveles de las esquinas de su edificio ya que eso le dará más dinero para mantenimiento, pero tampoco verá objeción en la demolición de sus muros ya que eso le generará menos gastos de conservación, así , el equilibrio de Tisha va de lo personal a lo comunitario, de lo comercial a lo sutil, de lo constructivo a lo poetico.
Quien sale de esa ciudad cubierta por ese manto de unidad superficial conserva el recuerdo de la libertad con que podía moverse en la planta baja común a todos los edificios. Quien se ha quedado, aún vive ocupado ajustando sus cuatro esquinas a lo que dicta el acomodo de la ola que pasa por ahí. Quien no la conoce, no ha visto una ciudad libre y tensa... no ha visto una ciudad líquida como Tisha
Eso es lo que parecería.

Miguel Aldana

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