lunes, 17 de septiembre de 2012

Arquitectura, política y lágrimas...

Recientemente platicaba con esposa-socia sobre la depresión que me causa de repente el hacer arquitectura. Un trabajo que suele ser en apariencia muy placentero resulta ser de lo peor en cuanto a estilo de vida, nefasto en cuanto a relaciones humanas y definitivamente nada envidiable en cuanto a negocio.
...
Por una parte está la diferencia conceptual elemental con el resto del mundo sobre los alcances de esta terrible disciplina. Mientras los arquitectos de todo el planeta se dividen subdividen y pulverizan en diferentes especialidades, en México un solo profesional debe hacer todo o por lo menos intentarlo: prospección de clientes, identificación de requerimientos, análisis de factibilidad y solución inmobiliaria, diseño arquitectónico, ingenierías y proyecto ejecutivo, gestión, asesoría legal, dirección y supervision de obra, contratismo, auditoria de obra, certificación de cumplimiento, evento de inauguración, publicidad con diseño gráfico, reseña periodística y análisis critico de su propia obra.
...
Lo anterior es un castigo auto-infligido mas que un bullying de la sociedad. Mas un placer que una obligación, un cierto poder al que nadie quiere renunciar.
...
Solo que debe
...
Para que una obra de arquitectura cobre vida es necesario contar con todos los medios necesarios para ello, a saber: un cliente y/o usuario, un autor, un sitio, materiales, equipo, constructores y todo esto de la mano de finanzas sanas, créditos disponibles e incluso un poco de colchones por si acaso
...
Nunca sin embargo se tienen todos estos ingredientes disponibles, y la falta real o inducida de alguno de ellos causa que los demás sentidos se intensifiquen para balancear la ecuación.
...
Existe el grado de arquitectura, la calificación, hay las clases de arquitecturas y hay niveles de arquitectos. Hay ciudades "arquitectónicas" y ciudades patito. Usuarios finos y usuarios rupestres. Yo vivo y trabajo diariamente en este tipo de condición adversa llamado México.. Donde todo parece girar en torno a la TV, la mala política, los negocios monopólicos y la arquitectura en torno a la escasa obra que un puñado de pequeñas manos puede producir.
...
Este texto no es sin embargo una solución sino el planteamiento de un problema: ¿Qué hace la clase creativa en México? ¿A que se debe la ignorancia de los alcances de una buena obra de arquitectura? ¿Por qué la arquitectura dejó de servir a la masa, al pueblo bronco, al usuario? ¿Cuando serán suficientes las coyunturas que unen las diferentes etapas y especialidades de la difusa arquitectura? ¿Cuando confluirán todos los ingredientes de nuevo? ¿Cuando una mancuerna gobierno-arquitecto, poder económico-intelectual, política-construccion?
...
Actualmente trabajo en unos contenidos de difusión de valores de obras de arquitectura tratando de evitar los tintes políticos que impiden que trabajos limpios sean ensuciados del bipolar juicio de fuente ovejuna, sus métodos de renovación periódica y su muy estrecha visión. La sociedad incluyendo la clase creativa del país hemos cometido un viejo error llamado política o por lo menos la ejercemos muy mal. ¿O tu que opinas?