jueves, 3 de febrero de 2011

Top Gear y la webiolencia mexicana

Me sorprendí de la respuesta de la gente a los comentarios de Top Gear.
Soy normalmente mesurado en cuanto a noticias se refiere (no estoy tan interesado en este mundo como otros) pero me puse a analizar las reacciones que como mexicanos tenemos ante una provocación semejante.
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Pude darme cuenta en sitios como Youtube y Facebook que los ofendidos arrancaron una campaña de violencia verbal (qwerty por supuesto) en contra de los ingleses, los gringos y los que se pusieran enfrente incluso entre ellos mismos. Uno tras otro actuaron exageradamente ofendidos de la forma en que uno u otro hablaba de los supuestos ofensores, intempestivamente agresivos entre ellos cuando parecían tener diferentes opiniones sobre que tan ofendidos debían estar los mexicanos...
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Parece que Internet fuera un medio de comunicación, pero deja de serlo cuando no hay código homologado, un mensaje equivalente, un objetivo similar y buena disposición al diálogo sin mencionar lo elemental del respeto.
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Los violentos de internet se escudan en el anonimato y se esconden detrás de su teclado, no escuchan con atención (ni leen entre líneas que es lo mismo), incapaces de empatía tienden a minimizar los aciertos de todos, maximizar los errores, esquematizan pensamientos complejos, tratan sólo con absolutos. Los machos (y machas) del teclado se deben solamente a la libertad para expresarse y al momento: un rato son valientes fortachones dueños del mundo. Después vuelven a su vida común: tal vez estudiantes destacados, tal vez empleados regulares o empresarios mediocres, a lo mejor hombres ociosos o mujeres aburridas.
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En estos diálogos de sordos o discusiones de borrachos uno puede fácilmente perderse en obscenidades, detracciones, agresiones, acusaciones y prevaricaciones que intentan solamente una cosa: manifestar un único punto de vista tan parcial y subjetivo como efímero e irrelevante. En esta maraña de gritos provenientes del hígado y sin filtro social se ve claramente el resultado de la anarquía tipográfica, la falla de este imperio de lo plural, el costo de la libertad de expresión. En último de los casos lo abyecto de lo obvio, lo natural de la pérdida de la opinión (si todos piensan lo que yo, entonces qué tengo de especial). Por último diré que quien agrede en internet de manera inequívoca es incapaz de asimilar detracciones, duro de cérviz, infantil en sus reacciones, un bebé con un teclado y un mundo viendo sus gracias.
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La verdad no tengo nada que objetar a los conductores de Top Gear salvo que quisiera que el mundo supiera que es mentira lo que dicen, eso no requiere agresión alguna, no me siento ofendido.  Sin duda alguien me llamará de mil formas por no violentar en contra de todo mundo. Como si el enojo y la ira de las majaderías hicieran bien a alguien resarciendo el daño de los ofensores, como si la manifestación machista que detracta toda virilidad del agresor ayudara a sanar nuestro ofuscado y torpe entendimiento.
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Dejemonos de mentadas y dialoguemos, definamos qué somos (cada uno) para que no nos ofendan las opiniones de los demás, hagamos un pacto unilateral de no agresión a nadie y a nada. Ocupemos nuestra vida con asuntos más importantes que las opiniones de los demás.
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Por un solo momento pienso que pasaría yo fuera un comentario en Youtube... Concluyo que sería una detracción ignorante con faltas de ortografía, ofensiva y violenta, incoherente a veces y fuera de contexto en otras, no me queda de otra porque así son todos los comentarios.

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