Tengo un comentario que hacer después de escuchar unas canciones interpretadas por Maria Callas, Mariquita según Matilde Espinosa Rubio.
Tengo una sensación de haber recibido una tromba de potencia operística, un cañón de aire franco, un poderoso grito masculino refinado por años, siempre al borde del desgarre (o así parece), Callas es a la música lo que Lecorbusier es a la arquitectura, poder controlado, voluntad de manifiesto, libertad ejercida, jactanciosa, evidente y disfrutable... Maria tiene ganas de compartir, sabe lo que posee y lo extiende al frente con seguridad y placer.
Animado por el canto juguetón de este magnífico espécimen humano, mujer sobresaliente, su capacidad madurada en las tablas internacionales da cuenta del limite de nuestro cuerpo, exhalta nuestra sensibilidad, despierta el interés por su profesion, su arte, su único amor: la música y el canto.
Pueden escuchar algo de lo que les digo en Youtube.
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